Deseos

En la próxima vida voy a ser ave, dijo mientras se quitaba las plumas nocturnas. Al terminar la función en el carnaval del pueblo se restregaba el maquillaje de diamantina con una toallita húmeda. ¡Espérame afuera!, le gritó a aquella sombra que salía del bañito con puerta de lámina. Cantando se quitó las mallas. El eco de la habitación hacía reverberar su entonación. Sus ojos comenzaron a enrojecerse al mirar en el fondo del lavadero un pedazo de espejo roto.

Por las orillas de la pared brotaban granos de sal que caían lentamente en un pequeño charco brillante. Ella comenzó a salivar al tiempo que su labial dibujaba formas en el pedazo de papel. Pasó dos días sin beber agua. El ardor de la espalda baja y las piernas hinchadas le recordaban que seguía viviendo en ese lugar sin agua potable. Un día de estos me voy volando de aquí, pensó mientras lamía el piso mojado de agua salada. Se limpió las rodillas, echó una cubeta de tierra en el escusado y salió al encuentro de aquella sombra: ¡dame la mano, no me tardé tanto! Se sentó en una de las mesas mirando al vacío. Bebió el mezcal y algo en su cuerpo le vibró como hacía mucho no había sentido. Los cristales estaban haciendo lo suyo.

Durante tres días se dedicó a dar función, sabiendo que solo viviría unas horas más. Era un pueblo hermético. Encerrado la mayor parte del día por las altas temperaturas. Pero era temporada de carnaval y la gente se animaba un poco. Esa noche escogió las mejores plumas cubriendo toda su piel. Llevaba días sintiendo comezón. Le habían brotado pequeños bulbos en los brazos que le ardían tanto como la espalda baja. Solo estando en el escenario se sentía viva. Tambaleó en los monólogos, sin embargo los giros del solo de baile la animaron tanto que se olvidó del dolor. Se acostó un momento en la tarima y ya no se levantó.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!