¿Cuántas veces te has tragado tus emociones? 

En los últimos meses: me las he tragado todas

La muerte de mi padre, 

el simbólico que de niña me tomaba de la mano al salir a la calle. 

El que esperaba en la infancia para pasar un par de horas en su regazo 

acostados en el sillón viejo hasta que ya no cupe más. 

Del que tengo mi primer recuerdo a los cinco años saliendo del baño mientras me abrazaba con la toalla.

El que se tomaba aguas locas en el concierto de los Skatalites…

No sé cuál de todos esos padres lloro en silencio 

y me atraganto con las harinas y los dulces.

Diez kilos de emociones 

vueltas carne y grasa en mi cuerpo. 

Me cuesta reconocerme

sentirme

gozarme. 

En los últimos días 

he intentado darme fuerza, agarrarme 

de las pocas intenciones de amor propio 

que me encuentro en la sonrisa 

y los besos de mi pareja 

para cambiar. 

Para empezar a contar 

la tristeza de la ausencia 

o el enojo de la injusticia 

y ponerme a exigir un poco de lo que dejó

su cuerpo hecho cenizas. 

¿Dónde estará? 

Mario, 

ahora que eres polvo de estrellas 

solo en sueños te veo, 

hablo contigo 

en tus versiones de padre asustadizo 

que jamás me entendió. 

Me invitas a subir al vagón del metro, 

me quedo pensando y te digo 

ahora no.

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