A dos días del #8M

A dos días de la marcha del #8M, por fin, logro subir mis fotos. Desventajas de vivir en la periferia, ser #fotógrafa, estudiante y mamá.

Al término de la marcha, salgo de ella preocupada por las madres e infancias que aún compartían anécdotas y reencuentros en la plancha del Zócalo. La nube de gas pimienta cada vez se hace más grande. Lo que me obliga a buscar a mi amiga para salir pronto de ahí. Mientras caminamos, las lágrimas y el ardor en la nariz se hace más intenso. No puedo dejar de pensar en las infancias ¿Cuántas de ellas fueron por primera vez?  Recuerdo a mi pequeño. Sé que para mí es difícil ejercer mi pasión por la fotografía con un hijo a cuestas. Me enamoro de las #mujeres que llevan a sus hijas, hijes e hijos a compartir. Me gustaría traer al mío un día para que viera a su mamá en acción, haciendo lo que le gusta, fuera de la cotidianidad de lavar los trastes y los malabares constantes que hacemos para no pelear porque los dos tenemos que hacer tarea. Al mismo tiempo, admiro a las mujeres que pueden vivir este momento al lado de sus infancias, me enamoro de las #niñas que caminan con la rabia y levantan el puño de lucha. Me preocupo, pues para un gobierno de “Izquierda” sigue siendo más importante la defensa de sus monumentos que el cuidado de las infancias. Antes de tomar mi última foto, un grito de ¡Niña perdida! nos hace agacharnos a todas. Estas acciones dejan ver claro las dos caras de la moneda. El #bloquenegro “las malas de la película” buscando a una niña perdida, haciendo que #milesdemujeres se agachen para encontrarla. Muchas se agacharon con lágrimas en los ojos y la nube de gas pimienta arriba mientras se lavan la cara para aliviar el dolor. Por fin la pequeña apareció y logré salir de la plancha del Zócalo con mi amiga para tomar el transporte público.

De camino a mi casa en la combi me voy con muchas reflexiones. He de confesar que no soy de esas morras que gritan en las marchas. Yo voy a sacar fotografías y no quiero perderme de nada.

 Algunas mujeres aportan bailando, otras con teatro y performance, casi todas gritan como catarsis y claro,  están las que rompen y pintan. Yo solo fotografío. No digo nada, no emito opinión con mis labios, lo hago con la mirada. No hablo, disparo, disparo. Miro y lloro cuando me acuerdo, lloro cuando me identifico. Observo los rostros de madres de víctimas de feminicidio, de madres buscadoras y lloro. Pero como soy fotógrafa, lo hago por dentro, porque mis ojos son mi herramienta. Si se empañan se va el instante, el momento decisivo. Trago saliva y me limpio las dos o tres lágrimas que no pude controlar y sigo.  Eso es mi trabajo y eso es lo que comparto.

Mis reflexiones en mi hora y media de viaje a mi casa fueron bastantes, pero la más importante sigue siendo la defensa de la interseccionalidad y espero que las fotos que les muestro lo compartan. “Una se hace feminista por su propia historia” y las historias son diversas, el bloque negro es importante, #EsaMorrasSíMeRepresentan Tienen un chingo de trabajo comunitario que las respalda y como no estar encabronada con 6mil 543 feminicidios en México de 2015 a enero del 2023, y  948 en 2022, lo que nos da un total de dos a tres feminicidios por día y ojo esto solo son los feminicidios, pues, ese mismo año la fiscalía reporto 2mil 807 mujeres asesinadas con violencia. Lo que nos dice que solo el 33% de los casos se clasifican como feminicidio.

Como no estar encabronada por nuestras desaparecidas, por las violaciones. Aceptémoslo, todas estamos enojadas, tristes y decepcionadas por las múltiples violencias que nos atraviesan ¿A cuántas de nosotras no nos han callado por ser mujer? ¿Cuántas maternan con el mundo juzgándolas? ¿Cuántas son atravesadas por las múltiples violencias patriarcales de este maldito sistema? ¡Cuenten! ¿Cuántas violencias tienen que soportar al día? Estamos enojadas y aprendimos a vivir con nuestro coraje. Pero esos momentos de catarsis, de lucha, en que hablamos, nos ayudan a seguir viviendo y a poco a poco cambiar al mundo. Esa es mi mayor reflexión, el feminismo es interseccional, las violencias que nos atraviesan a todas y que nos clasifican según nuestra identidad de género, o a quien decidimos amar, son importantes. Mirarnos desde nuestras diferencias es mejor que negarlas, porque sí, a mí me han discriminado por ser negra, a mí me atraviesa la gordofobia, a mí me duele la imposición de madre perfecta, pero yo no soy una mujer con discapacidad,  mujer neurodivergente, ni soy trabajadora del hogar, mujer indígena   y sé que hay morras luchando desde esas trincheras y que seguro para ellas es diferente e incluso en algunas ocasiones más difícil  sobrellevar las violencias con las que viven cada día. 

Les deseo un aguerrido, furioso y al mismo tiempo  amoroso marzo a todas. 

Si me leyeron déjenme sus comentarios. Es importante saber su opinión. ¡Cuéntenme! ¿En qué están de acuerdo? ¿En qué no? Recuerden la revolución, se empieza hablando y estos espacios también sirven para eso. Del debate nacen nuevas ideas.

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