Fotografías y texto de Valentina Montaño.
En el 2010, cuando tenía 6 años lo que más deseaba era tener una hermanita, me acuerdo que le hice una carta a los reyes suplicándole que por favor me dieran una y me la pasaba insistiéndole a mis papás.
Ese mismo año mi mamá se embarazó y la llegada de mi hermana se me hizo eterna y llegó un punto en el que cada que mi mamá iba al baño yo entraba con ella para ver si se le rompía la fuente, hasta que un 20 de diciembre por fin pasó y Xime llegó a mi vida después de tanto esperarla.
A Xime nunca le gustaron las cosas femeninas y siempre rompió con los roles de género, nunca le ha importado lo que los demás lleguen a pensar o a opinar de ella, tiene un carácter muy fuerte.
Es la niña con más ganas de hacer cosas que conozco y de ella yo aprendo todos los días porque si se propone algo lo logra, siempre hace las cosas que le gustan con mucha pasión, dedicación, esfuerzo y amor, cada que quiere aprender algo lo hace con tanta facilidad que parece que no le costó nada de trabajo, es muy inteligente.
Suele sacarme bastante de mis casillas y hay días en los que simplemente ni ella me soporta a mí, ni yo a ella, pero eso no quita todo el amor que le tengo y admiración que siento por ella, cada que lloro ella me abraza y me dice que todo va a mejorar, se esfuerza mucho por entender lo que me pasa, siempre me apoya y es muy buena hermana, no podría pedir más.
Hace 7 meses que Xime empezó a ir a clases para aprender a patinar y cada que patina parece que está volando sobre ruedas y es que cuando te gusta algo, disfrutas hacerlo.
No Hace falta conocerla para saber lo mucho que disfruta patinar, es increíble como maneja los patines, como si hubiera nacido con ellos y a estas alturas no lo dudo, dice que patinar la hace sentir libre y feliz, que es su manera de desahogo cuando se siente mal o enojada. El cielo es el límite cuando se trata de algo que le gusta.