Texto: Lila Bang Bird / Fotografía: Matilde Castillo y Lila Bang Bird
“Todos los niños del mundo, menos uno, crecen”.
El cielo amenaza con romperse en cualquier momento, pero un “Clown nunca dice que no”, sabemos que es la penúltima función, así que nos enfundamos en un buen suéter, nos ponemos salivita en las orejas, por recomendación de la abuela, y nos lanzamos a la aventura. El Centro Cultural Venustiano Carranza es el lugar de la cita, 7:30 pm se abren las puertas y la ambientación auditiva que suena a trenes a toda marcha, comienza a disponer el cuerpo entero para emprender un largo viaje, no en su extensión sino en su profundidad.
Primera llamada, no retire su cubrebocas, no abandone su lugar, no tome fotografías con flash; sale humo de un costado del escenario, una iluminación violeta lo llena por completo. Segunda llamada la luz del día aún no abandona el cielo y se cuela insistente por el domo del recinto; todos arremolinamos en nuestro asiento, la emoción y la expectativa aumentan. Tercera llamada, abroche bien su cinturón y abra de palmo a palmo el corazón, de este viaje a la infancia, la inocencia y el amor, nadie ha regresado nunca ileso.
Todos sabemos que no hay mejor guardián de sueños que un fiel amigo peludo, no obstante, ante hadas y niños eternos poco pueden los perritos y es justo ahí donde comienza todo. La dulce compañía, espectáculo Clown, en una maravillosa adaptación de la novela de Sir James Mathew Barrie, nos toma de la mano y entre polvo de hadas y narices rojas nos lleva a volando hasta Nunca Jamás, ese mítico lugar donde “los niños que juegan detienen siempre sus lanchas. Todos hemos estado allí y aunque no desembarcaremos en ese lugar nunca más, todavía podemos oír el murmullo de las olas romper sobre la arena”.
Entre risas, aplausos y baile, los espectadores dimos vida a cientos de hadas, de esas que no hemos visto pero que si pudiéramos verlas, ahora ya sabríamos, que muy seguramente, además de alas tienen un hermoso rostro blanco y una luminosa nariz roja.
Gracias, por ese gran regalo de sábado, que, dicho sea de paso, no llovió. No cabe duda, Un clown es un ser indestructible que está hecho de amor.