Apenas me asomo, ella es una intrusa, quiere retratarme, quiere que me quede en un papel impreso, en una imagen guardada. No puedo aceptarlo, aún no. Recuerdo cuando a los 18 decidí romper todas las fotografías en donde aparecía, borré mi historia o al menos eso deseaba, eliminar una historia llena de bajezas y de abusos. Esos que provocaron que me difuminara frente al espejo, frente a mí. Así dejé de pertenecerme y ahora apenas recobro parte de mí por medio de ella, de una cámara recién adquirida, de un lente que me mira. Ve sigilosamente cómo renazco, cómo mis dedos tatuados aparecen, como de un pequeño orificio observo temerosa de salir de nuevo. ¿Para qué? Me pregunto. Tal vez, solo tal vez para por fin existir en plena libertad, sin miedos, por fin sin miedos. Así confirmo que de nuevo ella es una intrusa, pero ahora me ayudará a verme poco a poco, ella y yo lo sabemos, quedamente lo decimos una frente a la otra.