Mirar a las personas que nos rodean, a esas que se ensucian las manos al trabajar. Las que cuidan, riegan y cultivan la tierra. Hacerlo desde el reconocimiento de nuestras raíces y de los procesos que generan un buen plato de comida mexicana en la mesa, es un acto grande de rebeldía.
No son un circo, no se trata de ver al pueblo como objeto de entretenimiento o burla. La cosecha de los frutos milenarios es un acto lleno de sabiduría.
Muchos no son dueños de la tierra que trabajan. Regalan sus conocimientos como jornaleros a los “patrones”. La violencia que se ejerce con nuestros pueblos racializados es una cadena que termina en la mujer. Si los hombres de las comunidades originarias no son dueños de la tierra que trabajan ¿Qué pasa con las mujeres? Cabe resaltar, que las mujeres producen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo, y la mitad, de los de todo el mundo, aunque solo son dueñas del 2% de la tierra.
Miro gustosa el trabajo que se genera en los campos de arroz, caña, maíz y diversas verduras. En los caminos que forman parte de mi recorrido, que por lo menos una vez al mes tengo la obligación de recorrer, no puedo dejar de pensar en ellas, las mujeres. Lo que me obliga a detenerme a platicar. Conversar con ellas no ha sido fácil, supongo por el contexto en que nos encontramos. Cabe resaltar que las manos que trabajan en el campo son de familias enteras. Las niñas y niños juegan, corren, se cuidan entre ellos y por momentos ayudan. Sus padres y madres trabajan en el campo por igual bajo los rayos del sol.
El espectáculo sensorial es magnífico. El contacto de las manos con la tierra, los pies descalzos entre el campo, las risas y el olor a tierra húmeda.
Todo es un trabajo que se da desde el corazón, con el cuerpo. Primero se arrancan las verdolagas con las manos, se sacuden pegándole a la raíz con los pies descalzos, y se juntan en manojos que se avientan a la camioneta para después lavar en el apancle. Un manojo de verdolaga cuesta diez pesos ¡Diez pesos, por un proceso que lleva meses!
Las condiciones de vida de las y los jornaleros en México son brutales, la mayoría tuvo que dejar sus tierras de origen por falta de trabajo. El trabajo que hacen en el campo es el más digno que puede haber.
Este es el momento de empezar a reconocer su trabajo. De aprender de las y los que saben. Detenernos a tocar la tierra con nuestros pies descalzos antes de seguir en el camino.
Por si aún no queda claro la importancia de su trabajo. Aquí dejo algunas de sus propiedades: la verdolaga es rica en vitaminas A, B y C, hierro, potasio, magnesio y calcio. Catalogada como el alimento de origen vegetal con mayor cantidad de ácidos grasos omega 3 y 6.
La verdolaga se puede preparar de diversas formas, pero si eres como mi mamá y quieres que sepa ¡bien rica! te recomiendo prepararlas con carne de puerco en salsa verde.