En Cámara Violeta comencé a tomar autorretrato con Emi, mi amiga y mi profesora. Ella me impulsó a voltear la cámara, a no tenerle miedo a mi mirada. Hice a un lado mis temores y tomé fotos de mi rostro, de mi cuerpo fragmentado, de mi soledad, de mi locura. Poco tiempo después me invitaron a ser parte de este colectivo maravilloso, en donde puedo ser yo, así sin más, si tartamudeo nadie se burla, si me estreso de más están ahí, está ahí Mari-Lin para ayudarme, está Lila, para escucharme, Pao, para confiar en mí, Are, para regalarme una sonrisa, Bren, para apoyar mi foto. Me siento protegida y me siento querida. Eso es Cámara Violeta para mí: un lugar seguro en el que puedo ser yo sin juicios. Aprendo diario de ellas, todas mis maestras y amigas. Cómo no querer seguir aquí a su lado. Confían en mí y yo admiro tanto a mis compañeras. Mil gracias Cámara Violeta por llegar a mi vida en medio de la pandemia cuando más vulnerable me siento y peor aún cuando mi miedo a la gente empeora. Gracias por estar conmigo. A mi lado.