No sabemos si es pandemia, pos-pandemia o un limbo extraño en el que como si de un bucle temporal se tratara, vamos de la neurosis a la calma, sin embargo; sí que tenemos claro que la necesidad de crear, escribir y nombrar(nos) permanece latente. Monólogos Pandémicos para Mujeres Valientes 7ma generación, primera con presentación con público, se lee en el cartel que invita a presenciar el espacio de intimidad que un grupo de mujeres, después de tres meses de arduo trabajo han preparado para compartirse desde el hablar de ellas, entre ellas y con ellas mismas.
Una silla, un micrófono y una luz en tono violeta que enmarca el lugar de la revelación: seis mujeres vestidas de negro cada una sujetando su legajo blanco. Una mujer más envuelta en un vestido de flores como si de una metáfora se tratara, es Itzel Arcos: la tallerista. En consonancia con el recital el espacio que nos alberga lleva por nombre La Caja Negra. Una caja de resonancia que hace retumbar las historias que se develan una a una frente a los ojos y oídos de las espectadoras, que atravesadas por un tropel de emociones colectivas nos vivimos en las palabras de otras y traemos a la caja un puñado de recuerdos propios.
La estructura de los monólogos nos permite ver en mirada profunda y honesta los reflejos que el espejo regaló a cada una de las escritoras. Escuchar el diálogo íntimo de las voces que las habitan. Sentir el abrazo prolongado que se regalan porque se saben suyas.
Qué importante y necesario es que las mujeres escriban de lo que se dice y lo que no, porque aún ahora guardamos tabús en torno a nuestro ser y proceder. Aún ahora la exigencia externa y autoimpuesta nos llena de laberintos el corazón y de telarañas la cabeza. Qué importantes y necesarios estos espacios de creación desde la entraña. De escucha completa y de resonancia.