Jessica Piedras
Debo confesar que yo, Jessica Piedras, no existo.
Hace mucho me confundí entre una sombra y un cuerpo horrendo. Eso es lo que ocurre cuando se tiene algún trastorno de alimentación. Rompí espejos, dejé de verme en realidad cómo era. Es fecha que no tengo concepción de mí.
Se diluye mi cuerpo, se fragmenta. Estoy hecha a pedazos, pedazos hechos añicos. Añicos que se van desmoronando.
Eso soy, ceniza que en cuerpo está transformada.
Hace mucho dejé de existir, hace tanto tiempo que ya no recuerdo con claridad quién era. Si alguien sonriente o decadente.
Me vuelvo sombra, grieta, cicatriz mal formada, cicatriz queloide.
Una pequeña luz se acerca para para repetirme que no existo.
Solo veo mi rostro deformado a través del espejo.
La locura me persigue. Desde hace años se plantó en mí y solo espera el momento exacto para salir.
Hay gritos, muecas, tics nerviosos que aparecen sin anunciarse.
Tengo una vida vacía, no hago más que sobrevivir, no hago otra cosa más que vivir el día a día, me angustia pensar en el mañana, me atormenta realmente pensar en el futuro.
¿Estaré muerta en vida? ¿Estaré acaso ya en otro plano? No lo sé. Solo tengo algo seguro, mi inexistencia.