JUNTAS POR EL DERECHO A DECIDIR

Recuerdo haberme iniciado en el feminismo, con la idea de que sólo las mujeres que fueron violadas tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. Con el paso del tiempo, a través de amigas y una que otra lectura, mi visión del aborto cambió.

La legalización del aborto, hasta las 12 semanas, en 2007 se hizo tangible para las que habitan en la Ciudad de México y con ellas las mujeres de sus alrededores. Si eras de la periferia se pintaba fácil llegar a las clínicas de la ciudad y ejercer tu derecho, esto en apariencia, pues la falta de información siempre ha estado presente en las instituciones.

En 2017 la palabra aborto se hizo común en mi vocabulario. Pensaba ¡Yo puedo abortar, si así lo decido!

Cuando me embaracé, recuerdo haber pedido información en uno que otro centro de salud. En ellos me contestaban “¡No, aquí no hacemos eso!” Nadie me daba orientación de cómo y dónde abortar, aún así la idea seguía rondando en mi cabeza, llamé a un teléfono para una asesoría en la Ciudad de México, ahí me pidieron decir que era de la capital y conseguir un comprobante de domicilio para no tener ningún problema.

La verdad no estaba segura de querer hacerlo. Era difícil ignorar las creencias familiares y el amor romántico que le tenía a mi compañero. El hecho de ser mal vista por las personas a las que les preguntaba y ser tratada diferente por ser del Estado de México, hizo que esa idea poco a poco se fuera disolviendo.

Aunque pareciera que la idea de maternar la tomé yo sola, no fue así, y estoy segura de que no es así para muchas, hay un sin número de ¿Y sí? que te implanta la sociedad en la cabeza ¿Y si después quiero ser madre y ya no puedo? ¿Y si estoy matando a un bebé? ¿Y si se entera mi familia y me odia? ¿Y si me castiga Dios? Al final, a mí me ganó la sociedad y el amor romántico, sí, ese amor que te hace creer que todo se resolverá aún sin dinero, que tu pareja será empática contigo y saldrán los dos juntos adelante.

Hoy a cuatro años de mi decisión, puedo decir que a veces me arrepiento y que eso no me hace una mala madre, al contrario, yo amo a mi hijo con toda el alma y vivo unos días felices y otros tristes con mi decisión. Admito que no estaba preparada para los cambios sociales que llegaron a mi vida.

Maternar por momentos se vuelve abrumador, triste y sin reconocimiento, pero el problema no es la maternidad, sino el peso social que hay en ella, las injusticias que se cometen hacia nuestros cuerpos, desde la concepción, la falta de derechos laborales, la violencia obstétrica, económica y psicológica, que ejercen las y los que nos rodean por el simple hecho de ser madres.

Muchas vivimos la maternidad peleando por nuestra libertad. Luchando contra un sistema adultocentrista que no se da cuenta que la educación es colectiva. Cargando con el peso de la crianza en solitario. Por ello les propongo a los supuestos “próvida” empezar a luchar por la vida justa y digna de las que maternamos. Por qué no en vez de estar hablando sobre nuestro cuerpo y lo malas que somos por abortar, empiezan a hablar sobre violencia obstétrica y sobre los derechos e igualdad laboral.

En este mundo, ser madre no es fácil y las que deciden no hacerlo están en todo su derecho. Si ustedes no están dispuestos a cuidar a sus propias hijas, hijos e hijes en libertad, mejor no hablen.

Hoy defiendo el derecho de todas, gritó y luchó por las que no pudieron ejercerlo. Sé que muchas estamos iguales, porque las que estamos a favor del aborto, también somos madres y algunas madres abortamos. Tomar una decisión libre y consciente es su derecho y el mío.

Nosotras caminamos juntas, las que no sabemos el peso de abortar, las que abortaron y las que fueron juzgadas. El 28 de septiembre se marcha por las 200 mujeres en las cárceles por delitos relacionados con el aborto, mujeres que tuvieron partos espontáneos, abortos prematuros o que fueron una emergencia, por las más de 10 mil niñas que son madres cada año en México, por abuso sexual y falta de información. Marchamos para que el aborto se legalice en todo el país.

Me llena de amor, ver cómo las madres llevan a sus hijas e hijos a la marcha. Sé que las que maternamos varones tenemos que hablar con ellos sobre el consentimiento y respeto del cuerpo de sus compañeras o compañeros de vida y que las que maternan mujeres, quitarán esos tabús que implantaron nuestros padres y madres, en nuestras cabezas.

La lucha por un aborto libre, seguro y gratuito, todavía es muy larga. Todavía los grupos antiderechos siguen intentando coaccionar a nuestras compañeras afuera de las Clínicas de Interrupción del Embarazo. Hay mucha desinformación y se sigue satanizando a las que abortan. Hacen falta campañas de información, para tomar una decisión consciente.

El 28 de septiembre es importante, porque sirve para hacer eco, sirve para decirles a las que están por tomar la decisión de abortar ¡No están solas aquí está su manada!

Texto y fotos de: Mari lin Martínez García

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