PUNTALES DEL CANTE

Por Lila Bang Bird

Producciones El Día D, cordialmente nos invitó a festejar el  veinte aniversario de la compañía INTERflamenca. Una compañía interdisciplinaria que se caracteriza por hablar desde el flamenco hecho en México, con la puesta en escena: “Puntales del cante”. La cita fue el domingo 17 de octubre en punto de las 18:00hrs en el teatro Raúl Flores Canelo.

Puntuales los asistentes van ocupando sus localidades, un aforo reducido brinda un ambiente íntimo para disfrutar del recital. Es un banquete privado en el que, Eva Morillas al cante, Aldonza Campos en las palmas y percusiones y Alfredo Millán en la guitarra; ponen los elementos para la construcción del meta escenario en el que el bailaor Ricardo Rubio hará derroche de pasión.

En antesala y aún con luces encendidas se puede apreciar la elegante estampa de una mujer que, ataviada en un vestido negro, marca con la cadencia de sus formas y al golpeteo de sus pies el inicio de lo que será una gran noche.  

Se oscurece el escenario y como si se tratará del nacimiento mismo de un mundo que arde en la carne, se escucha el sonido gutural que armoniza los primeros pasos de una danza que trasciende de lo humano a lo sagrado, y del bailaor a todos quienes le miramos y vivimos con él la metamorfosis.

“Son las manos la puerta del corazón” se escucha en la sala. Después se apagan las luces y el corazón de todos los asistentes se sincroniza con el toque y el cante. Es un momento místico de conexión. El cuerpo se vuelve una extensión del alma que vibra con el rasgar y golpetear de las cuerdas de una guitarra perfectamente ejecutada. Los umbrales entre lo salvaje y lo divino se vuelven difusos, se tocan nuestras polaridades por un instante.

Más por necesidad que por voluntad, volvemos del trance y ahí están todos al centro del escenario orquestando un breve pero maravilloso fandango que anuncia el final. Pero el final no es festivo. Es descarnado, es una memoria desesperada del cuerpo que da cuenta de un apasionado lamento.

Se encienden las luces, se baten palmas y las y los que estuvimos ahí, no volvemos a ser los mismos.

Fotografía: Lila Bang Bird y Matilde Castillo