APRENDER A DEFENDERNOS, LA PRAXIS DE LA AUTODEFENSA

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Quisieras no pasar por ahí pero no hay otra ruta para volver a tu casa al salir de trabajar. Sigues caminando apresurada, escuchando tu respiración y sintiendo cómo late tu corazón nervioso. Tres cuadras adelante ves más iluminación, pero por más rápido que avanzas parece seguir lejos ese punto; volteas eventualmente para confirmar que nadie te sigue y continúas. Llegas a la gasolinera donde hay luz y gente, estás a salvo, subes a la combi, sólo va un tipo, otra mujer, el chofer y tú, tampoco te sientes segura. Después de los tormentosos minutos que el viaje del transporte representa y con el subir y bajar de la gente, al fin llega tu parada, estás a salvo por segunda vez, regresas como cada noche a casa, insegura, nerviosa. El hombre que vive contigo no está de buen humor, te recibe con un gesto y muchas preguntas por la hora en que regresaste. Por tercera vez, ¿estarás a salvo? A veces los escenarios no son sólo defendernos del ladrón del transporte, del abusivo que quiere tocarte en el metro, del hermano alcohólico, del amigo que se quiere pasar de listo en palabras, en gestos, a veces también se duerme junto al enemigo. Por ellas, por todas, practicamos autodefensa.

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Caminas por la calle oscura

Quisieras no pasar por ahí pero no hay otra ruta para volver a tu casa al salir de trabajar. Sigues caminando apresurada, escuchando tu respiración y sintiendo cómo late tu corazón nervioso. Tres cuadras adelante ves más iluminación, pero por más rápido que avanzas parece seguir lejos ese punto; volteas eventualmente para confirmar que nadie te sigue y continúas. Llegas a la gasolinera donde hay luz y gente, estás a salvo, subes a la combi, sólo va un tipo, otra mujer, el chofer y tú, tampoco te sientes segura. Después de los tormentosos minutos que el viaje del transporte representa y con el subir y bajar de la gente, al fin llega tu parada, estás a salvo por segunda vez, regresas como cada noche a casa, insegura, nerviosa. El hombre que vive contigo no está de buen humor, te recibe con un gesto y muchas preguntas por la hora en que regresaste. Por tercera vez, ¿estarás a salvo? A veces los escenarios no son sólo defendernos del ladrón del transporte, del abusivo que quiere tocarte en el metro, del hermano alcohólico, del amigo que se quiere pasar de listo en palabras, en gestos, a veces también se duerme junto al enemigo. Por ellas, por todas, practicamos autodefensa.

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¿Qué es la autodefensa personal?

La autodefensa es en principio una conciencia de nuestra realidad en nuestro entorno. Inicia con la prevención y en su forma física y mental con el entrenamiento. Es una disciplina de práctica continua ya que es difícil que podamos defendernos sin nociones de defensa personal. Es una herramienta que tenemos las mujeres para cuidarnos de situaciones de violencia y de riesgo, donde se ve comprometida nuestra integridad física-emocional-psicológica, nuestra seguridad e incluso nuestra vida. Es un método para descubrir y desarrollar las posibilidades de nuestro cuerpo y de todos los cuerpos femeninos con los que compartimos, desarrolla fuerza física y emocional. descubrimos la fortaleza que habita en cada una de nuestras compañeras sin importar lo distintas que sean en sus complexiones o estaturas. Es una forma de relacionarnos constructivamente entre mujeres, generando vínculos de sororidad, confianza y empatía donde podemos comunicarnos con seguridad. Es una respuesta a las violencias de género y es también una acción constante de tomar nuestro lugar y apropiarnos de él en las prácticas marciales.

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¿Cómo inicia Praxis?

Antes de iniciar formalmente el proyecto tenía años queriendo dar clases de defensa personal para mujeres. En ese momento ya tenía la suficiente experiencia para dar clases como instructora de karate y de defensa personal, pero me interesaba compartir el conocimiento de esas técnicas específicamente con mujeres, debido a la necesidad urgente de enfrentar la inseguridad y los incalculables casos de violencia de género, abusos y asesinatos contra mujeres.

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¿Qué significa Praxis y donde se dan las clases?

La palabra Praxis es de origen griego y se traduce como práctica. La idea fundamental en el entrenamiento es entender que es a través de una práctica continua como logramos fortalecernos en todos los niveles que nos conforman: el físico, mental, emocional y espiritual. Actualmente no tengo un espacio físico donde dar clases, me he movido de acuerdo con quienes han solicitado los talleres. Hemos estado en parques, casas de cultura o espacios donde se pueda dar alguna sesión, incluso fuera de la CDMX. Al inicio de la pandemia se acabó un entrenamiento grupal que teníamos al sur de la ciudad y que justo acababa de cumplir un año. A esas clases asistían entre 8 y 12 mujeres, número que fue disminuyendo hasta que con la pandemia decidimos cerrar. No obstante he dado eventualmente clases individuales en otros espacios durante estos meses.

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¿Cuánto tiempo lleva aprender y desde qué edad se recomienda entrenar?

El entrenamiento puede durar tanto como se quiera. Si lo tomas como una forma de vida que quieres integrar a tu cotidianidad puedes hacerlo por años, como es mi caso. Pero si quieres tomar sólo algunas clases para tener conocimientos básicos se pueden aprender movimientos y técnicas básicas en 6, 8 o 12 sesiones. Lo que sí es importante tener en cuenta es que todo lo que no se practica ni se reflexiona, se olvida. Para tener un conocimiento más sólido de las técnicas que puedas aprender sin olvidar con facilidad, sugiero al menos un año de práctica continua. Lo ideal es aprender desde pequeñas, hay academias y personas que se especializan en niñas y niños, en mi caso sólo doy clases a mujeres a partir de 16 años porque toman con más interés el entrenamiento. Aprender técnicas simples como soltarte de agarres de manos o un intento de estrangulamiento, puede hacerte toda la diferencia para preservar tu vida. Entrenar es un camino que te brinda seguridad y que también es divertido, tenemos que volver a entrenar por gusto, curiosidad y deseos de vitalidad y fortaleza, y no sólo por los miedos que han generado nuestros entornos sociales. Constantemente menciono la máxima de que “es mejor saber y no necesitar, que necesitar y no saber”, principio que es aplicable a la autodefensa, sin dejar de mencionar la importancia que tiene hacerle caso a nuestra intuición siempre, como un paso importante en la prevención y en nuestro cuidado.

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