Fui diagnosticada con ansiedad generalizada en 2011. Ya tenía un buen tiempo sintiendo el abismo creciendo en el centro de mi cuerpo, de forma frecuente y por lapsos cada vez más largos toda la soledad discretamente acumulada me sacudía el cuerpo, era como si mi corazón intentara abandonarme y no me alcanzaran los motivos para pedirle que por favor se quedara conmigo.
Rebelión
Los meses siguientes al diagnóstico, una pastilla por la mañana, una pastilla por la noche, fueron extraños, era como si los colores del mundo se apagaran. Es cierto, mi cuerpo sentía alivio, la tensión había desaparecido y podía dormir 8 a veces 10 horas continúas, pero no soñaba, que miserable es la vida sin los sueños. Cansada de estar cansada, frustrada de sentir que la vida se me escapaba en cámara lenta, cambié las tácticas, con ayuda de mi analista de aquellos años dejé la medicación y pude nombrar el miedo, la nostalgia, el corazón roto que me vino de nacimiento, pero también el amor, la ternura, la fortaleza y lo mejor de todo, una mente creativa que si no se ocupa se aburre y colapsa.
Húmeda
Desde ese entonces hasta ahora, nunca más he necesitado medicarme, he tenido recaídas, sí, algunas más fuertes que otras, pero por fortuna cada vez cuento con más elementos para regresar a mi centro y contener mi corazón.
Si alguien me preguntara en este momento ¿Qué es la ansiedad? Yo contestaría que es una nostalgia presente. No es añorar aquello que se ha ido, es mirar el instante, no importa si maravilloso o trágico, que se desvanece ante nosotros, es la conciencia de lo efímera y frágil que resulta la existencia.
Transmutación
Pieles
A mí me parece que la fotografía es el ejercicio perfecto para nosotras, las ansiosas, las que buscamos con todas nuestras fuerzas que algo permanezca. El ejercicio fotográfico nos permite la apropiación del instante y el regocijo del buscador de tesoros cuando se logra una bella toma.
Mirar un rosa hasta pulverizarse los ojos, dice Alejandra Pizarnik, y yo nunca antes de mirar tras el visor pude estar más de acuerdo con ella.
Impar
Adivino los colores de las flores, en un juego de sombras que me recuerda aquellos días que viví en escala de grises, solo por el vicio de recordarme que ese antes me trajo hasta hoy donde mi cámara ansiolítico me permite asirme a la belleza de la vida para seguir adelante.